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Bob Dylan: el poeta rebelde




Hoy celebramos el natalicio del poeta con guitarra, vagabundo y soñador.


Hablar de Bob Dylan es más que hablar de un premio Nobel de literatura, es, más importante aún, el referente de toda una generación y un poco más; aquel que bajo la tradición de los juglares y trovadores que cantaban las historias de sus tiempos, entendió el sentir del mundo en aquel lejano siglo XX, la preocupación de la juventud por la amenaza de una posible guerra nuclear, la contraposición a las políticas estadounidenses en Vietnam y la lucha por los derechos civiles. Tan rebelde y contestatario que de manera orgánica se fue convirtiendo en parte fundamental de la banda sonora de las revoluciones del 68 internacional, lo cual, además, se puede entender mejor aún, sabiendo que  tomó como su principal fuente de inspiración la obra del magnífico Woody Guthrie, el bohemio comunista que le cantaba a los obreros y denunciaba el racismo y el destino manifiesto de su país, acompañado de una guitarra de palo, como dijera Rockdrigo González, y un par de botas gastadas de caminar el mundo. Estilo que Dylan adoptó en la primera etapa de su carrera mientras recorría las carreteras como una piedra rodante.  


Me atrevo a decir que ni siquiera conozco a alguien que no haya tenido influencia directa o indirecta de Bob Dylan. Músicos, poetas, revolucionarios, artistas en general estamos atravesados por su obra. Llegó a ser tan influyente en la cultura que fue quien invitó su primer toque mágico al cuarteto de Liverpool, the Beatles, y por consecuencia tejió una amistad con ellos, lo que motivó a Lennon a escribir letras más elaboradas en sus canciones y llevó a dicha banda a evolucionar. Lo cual los hizo pasar de una boy band de música pop a una banda de rock propiamente, dejando atrás el Love me do donde la inquietud adolescente de ser amado de manera vana se deja atrás, para entrar más tarde en Revolution, canción en la que la banda hace una disertación sobre lo que significa cambiar al mundo en los años sesenta.


Me gusta pensar que mi generación, es decir, quienes nacimos en los noventa, tuvimos nuestro propio Bob Dylan, uno que se nos presentó fresco y más vivo que nunca gracias a la adaptación que tuvo en el cine con I'm not there de Todd Haynes donde la interpretación de la estupenda Cate Blanchett nos hizo sentir un poco más cerca de él. En ese sentido, me alegra saber que los jóvenes de ahora también tendrán a su propio Bob Dylan, y que la interpretación de Timothée Chalamet haga que Dylan deje de ser para ellos “un completo desconocido”, titulo de la adaptación cinematográfica de la vida de este referente en la que se está trabajando.


Al final del día no importa qué tan mal uno se sienta, incluso si está tocando a las puertas del cielo, con una guitarra acústica o con producción eléctrica Dylan siempre tiene un verso para cada situación, nos advierte que la respuesta está flotando en el viento, ya sea si se quiere expresar que uno está cayendo en el amor o si está repudiando a los señores de la guerra, él siempre acompaña nuestras luchas, y nos recuerda la necesidad de tener la mente abierta y la esperanza alta, porque los tiempos están cambiando.


Por siempre Bob Dylan.

 



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