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Café y cólicos

—Me conviene tomar café...

Digo mientras me retuerzo del dolor y me recargo con la mano izquierda en el sillón, «contrae los vasos sanguíneos, como aquella pastilla 'Syncol' que me produjo taquicardia».

—A esto me atengo por haber buscado justicia en mi vida cotidiana hogareña, he renunciado a mucha compañía, a mucho servicio —comento para mí, en forma de repelo, mientras pongo un par de cucharadas de café, un poco enrollada sobre mí misma porque estirarme duele, porque tengo la fantasiosa idea de que doblada me duele menos el útero, aunque el útero duele igual si tiene que doler, y a mí siempre me ha dolido fuerte, como si gritara un montón de cosas ahí dentro, todo lo que yo temo gritar. Cuando una se contrae sobre sí misma, es más bien una suerte de protección, de volverse y acariciar el dolor siendo una bolita humana.

Estoy sentada con mi desayuno a las 4 de la tarde porque ayer fue un día mágico y no me importó desvelarme; a punto de ver la tele, sólo un rato, porque ya descubrí que soy adicta a las pantallas como casi todos hoy día, y me parece que la cafetera anuncia con su silencio que está listo mi café. «Voy por él cuando me acabe el huevo rico», huevo con tocino y arroz.

Estaba tremendamente enojada hace rato por lo caro que está todo, o mejor dicho, por el poco dinero que tengo. Me precipité a pensar un montón de reclamos al sistema, para no reclamarme tanto a mí.

«¿Qué esperas? Ese cerdo que te comerás tuvo una vida de miseria, nada justo. Cuando todos seamos menos mierda, dejaremos de ser mierda», razona mi mente atolondrada por el dolor, la injusticia y el hambre. Oh, la rabia y la injusticia... Recuerdo que algo había pensado al respecto, moverse de ahí, hacer otra cosa, preocuparme menos. Con razón tengo cólicos jaja, está tan difícil, nivel legendario, y tu consciencia de culpa no ayuda; sería mejor otra posición subjetiva: tienes dolor, hambre, poco dinero y sólo fuiste por tu desayuno, nadie te sirve, te lo preparas sola, todavía falta ir por la comida de los gatos, bañarte e ir a visitar a tu hija a casa de su padre, seguir pintando el mural en defensa del Cimatario con ellos.

Hace rato pensaba: «menos tiempo haciendo cuentas y más obteniendo dinero, qué va, así es el juego».

Café y cólicos

Katrin Rayarram


28/04/2024

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