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Diarios | Autocuidado

Actualizado: 27 ene

ABRIL 2023

11.


Tarde lluviosa en Querétaro de Arteaga, la basura pasó más temprano y cuando saqué mis bolsas, sólo encontré una calle mojada, sin bolsas mojadas como esperaba. Tan aprisa que puse manos a la obra para cerrar y sacar las bolsas apenas me recordó el sobresalto que hoy era el límite, pues el montón de basura se había acumulado en casa. Y continuará... pues no había bolsas escurriendo sobre la acera. Sólo piedra mojada.


En fin. Agradezco, sin embargo, haber tenido la oportunidad de usar el tiempo hoy en otras cosas, diversas a sacar basura. Todo el día me estuve presionando por trabajar estando agotada después de haber "descansado" #cotorreando durante el fin de semana y los dos primeros días de ésta. Mi haraganería empezaba a asustarme, pues incluso doliéndome el cuerpo no encontraba en mí la fuerza para ejercitarme, sabiendo que ésta sería la solución perfecta para mis dolores contracturales. Ni ejercicio, ni trabajo #homeworkindependiente y sin embargo: la culpa, el dolor y el cansancio...


Culpábame a mí misma por ser una fracasada, por no esforzarme lo suficiente, por poner en riesgo nuestro futuro al ser tan haragana y pasármela DOS DÍAS más echando flojera. ¿Cómo me atrevía? ¿Acaso es enfermizo de mi parte?... ¿he perdido mis buenos hábitos otra vez? ¿así, se esfumaron, y ya?

Todo ésto encontrábame pensando, cuando me di cuenta de que he sido de las pocas personas que conozco que no salió de vacaciones ni ahora, ni desde hace algún tiempo. «Vamos, también necesitas las vacaciones. Más allá de eso: necesitas y mereces el descanso», pensé. Y sí, lo merezco.


Merecer es una palabra inventada, igual que todas. Así que me lo autoricé, como mi jefa. Aquella explotadora que inventé y a la que recurro recientemente para evaluar el esfuerzo que le pongo a mi proyecto: Palabra Volante.


Palabra Volante. El móvil de todas mis peripecias, la empresa que arranqué en 2018 con una primera forma, su nombre. Oh, juntar esas dos palabras, resumir en una imagen poética todas mis preocupaciones, pasiones e intenciones. Un proyecto, algo asequible, una forma de construir castillos con algo más que aire. Castigos, iba a escribir. xD

Pronto platicaremos sobre la importancia de los lapsus ("equivocaciones") en el discurso. «Mis ideas serán algo», me esperancé entonces, sentada en la alfombra de un consultorio que rentaba por hora, esperando a mi paciente, escribiendo ideas en hojas, inspirada hasta el delirio porque un mexicano, un otro, antes, ya había dicho y dado consistencia a algo que me inquieta el alma desde que tengo memoria. Hablo de Alfonso Reyes según la palabra de Monsiváis, en Escribir, por ejemplo. De los inventores de la tradición (2009).


Un proyecto cultural para México. Ciertas ideas, perfeccionadas, fundamentadas en otros tantos esfuerzos filosóficos y poéticos, esfuerzos con un fin civilizatorio, a través del arte y el conocimiento. Ya hablaremos de ésto con mayor detalle en otras entradas. De hecho, estoy realizando una Colección de Entregas sobre Alfonso Reyes y ese proyecto cultural, comentado por tu servidora, para que le eches un ojo también a las composiciones que realicé para las portadas. Quedo abierta a los comentarios, pues si bien mis habilidades visuales jamás han sido de presumir, me autoricé, nuevamente lo digo y a mucha honra porque si no, no se alcanza a hacer casi nada: me autoricé a diseñar. Por necesidad, por impulso, por desliz creativo de un área que domino a otra en la que soy una papa. Y realmente no domino ningún área, no me atrevo a sostener algo así, porque por más geniA que pueda llegar a sentirme, siempre otra parte de mí dimensiona los alcances humanos en todas las cosas que conozco, y entiendo lo lejos que están mis posibilidades de alcanzar esos límites. Pero esos no son mis límites, he de buscar los míos propios. He de trazar mis caminos, mis posibilidades, la manera en que haré las cosas. Cosas sólo mías, con los recursos que conseguí. Artesanías que no se consiguen de otras manos.


«¿Qué importa lo que tengo que dar, si soy tan chafa en algunas cosas?» Pregunta dura de mi ser racional, acostumbrado al anonimato. Otro impulso surge de otra parte, y se pone a hacer. Más allá de cualquier comentario que quiera impedirme crear, que tenga miedo de exponerse a la mirada pública como un fracaso, como una imperfección. Miedo de sentir que la mirada pública quiere aniquilarte, que pueda llegar a parecer que no mereces atención alguna. Todos pujando por sí mismos. Yo pujando por mí. Pujo por todxs nosotrxs, porque hacer calma al alma... y exijo rigurosidad, al menos de mí. Exijo calidad, al menos de lo que consumo. Y he ahí otro enooorme tema qué tratar.


Crear... expresar, materializar. Lograr conmover a otro, causar alguna inspiración. Esa es la aspiración que tengo como artista. Como ser social, reconozco la importancia del arte para haber trascendido situaciones angustiantes y confusas, para formarme una sensibilidad que pudiera alimentar mi ética.

Como ser social, reconozco que el quehacer artístico es imperativo para lograr la paz interna, o digamos mejor: el equilibrio.

Palabra Volante es la empresa que conjuga el quehacer artístico con el terapéutico. Logré ponerle nombre a mis pretensiones y entonces nació su sentido.


¿Por qué me preocupa la sociedad? Porque me importo yo misma. Escucho mi reflejo en todo llanto de dolor, sufrimiento y soledad. Reconozco la oscuridad de unos ojos angustiados y siento que yo estoy ahí, en ese otro cuerpo, viviendo lo que vive. Me pasa especialmente con los niños y con los animales, y de ese dolor, surgen mis deseos de calmarlo. Calmarlo en los otros, calmarlo en mí. He trabajado mucho en mí misma y aún hoy siento que me hace falta cuidarme. Me he alejado en los últimos tres años de todo aquello que me carcomía los ánimos de vivir y de reconocerme como alguien con valor (otra palabra inventada, como merecer, pero que sólo nosotrxs podemos llenar de sentido). Ahora, perdido todo aquello que me dolía y ya no soportaba, y que sin embargo, amaba, me encuentro reconstruyendo mi vida. Siendo otra, que alcanza a ser nombrada por una voz propia, que se construye y deconstruye según sus experiencias le señalan la verdad, su verdad.


Comencé hablando de esa sensación de fracaso por el cansancio crónico que pareciera volver. El miedo de que vuelva el estado depresivo, la época depresiva, miedo de tardar mucho en salir de ahí. «No, no de nuevo...» miedo, porque no me permito descansar y comienzo a patologizarlo apenas me paso de la raya. Soy una haragana si me paso de la raya. No, no. Hoy logro ver más allá de mi propio discurso, lleno de presión, de-presión. No, no. Hoy logro cuidarme y decirme que merezco descansar, después de tanto. Y que mañana retomaré mis actividades, con los nuevos horarios que pensé antier, con las actividades que enlisté antes de antier. Porque no he dejado de trabajar tampoco, y ni siquiera me había dado cuenta. Reconocer mi propio trabajo es parte del proceso de crecimiento. Me estoy observando con esa mirada de jefa, y me considero justa, pero no había notado lo duro que trabajo. Nunca saco de mi mente la empresa de Palabra Volante, ni los esfuerzos de formación artística y terapéutica que he tenido desde hace muchos años. Puedo dar más, pero hoy estoy alcanzando a comprender que no daré más hasta que me reconozca a mí misma, de manera honesta, todo lo que he hecho por cumplir mis sueños. Aún el trecho es largo, el camino sinuoso, el tiempo apremia porque amenaza la muerte, pero aquí estoy: actuando. No voy a detenerme, pero necesito pausas, comprensión, reconocimiento, agradecimiento. Mucho más autocuidado, ¡por favor!



Autocuidado, mujer abrazándose a sí misma
AUTOCUIDADO




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