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El deporte en clave soviética

Actualmente en el mundo estamos viviendo los Juegos Olímpicos de París, en un momento histórico donde el deporte y la cultura física recibe el nombre de fitness, un termino anglo que individualiza la responsabilidad del mantenerse en forma. Una noción liberal consecuencia de las políticas que prevalecen en el mundo, donde se dice que "cada quien se construye a sí mismo", todo gracias a su constancia, determinación y enfoque. Una postura que directa o indirectamente culpabiliza a quienes no mantienen cierto modo de vida fitness, ignorando por completo las condiciones materiales de vida, donde, por lo general, la clase trabajadora no cuenta con el tiempo de esparcimiento suficiente para llevar a cabo actividades deportivas elementales.


Este punto es clave para entrar en materia, pues los soviéticos tenían claro que para poder realizar actividad física deportiva se necesitaba tiempo libre, pues antes de la revolución bolchevique, el deporte estaba reservado para las elites de la nobleza y terratenientes. Por este motivo fue que se desarrolló la noción de Fizkultura, un concepto diametralmente opuesto al popularizado actualmente por la ideología estadounidense, pues se trataba no sólo de tener buenos hábitos para mantener una buena condición física, sino que iba más allá. Entendiendo precisamente que gracias a la reducción de la jornada y la mejora de sus condiciones laborales, los trabajadores y trabajadoras, les permitiría tener un tiempo optimo de esparcimiento donde ocuparse de actividades físicas les permitiría mantener una salud optima.


Textualmente, según la gran enciclopedia soviética del año 1936, define la Fizkultura como una red de métodos y medios aplicados al desarrollo físico, al mejoramiento de la salud y a la superación de cada individuo y del colectivo. (...) En la URSS, la organización de la fizkultura se relaciona directamente con la educación comunista y la preparación de las masas para el trabajo y la defensa.

Es decir, las políticas soviéticas estaban orientadas para una masificación del deporte, donde la actividad física representara parte del día a día, para el mantenimiento optimo de la salud física, pero, asimismo, para fortalecer el tejido social con lazos de fraternidad entre sus iguales, sin dejar de lado que en un contexto bélico, era altamente funcional. Como parte del desarrollo de la Fizkultura, uno de sus ejes fundamentales era mantener el deporte al alcance de las masas, es por eso que se apostaba por el amateurismo, como contraposición al elitismo deportivo, porque si bien se buscaba la competitividad como parte del desarrollo deportivo, se mantenía la comunidad como eje rector. En otras palabras, el mejoramiento de un deportista impulsa y motiva el mejoramiento de sus compañeros, habiendo un mejoramiento colectivo y no exclusivamente individual.


A manera de expresar estas motivaciones es que durante la primera mitad del siglo XX tuvo origen el movimiento deportivo obrero

y como una manera de manifestar esta postura política y deportiva se llegaron a organizar olimpiadas de la clase obrera, que recibieron distintos nombres a lo largo de su historia, dependiendo de la organización que estuviera a cargo, pues podemos hablar entonces de Olimpiadas Obreras, Espartaquiadas u Olimpiada Popular, donde a pesar del cambio de nombre la esencia era la misma, teniendo como principios fundamentales no buscar la competencia de forma extrema, pero sí el espíritu de mejora; evitar el culto a los atletas per se; rechazar la comercialización del deporte y defender el amateurismo para el servicio de la población y que todas las personas tuvieran oportunidad de practicarlo; evitar la exaltación nacionalista, fortaleciendo los lazos de unidad bajo la bandera roja de la clase trabajadora y el himno de la Internacional Comunista; y como consecuencia última, aspirar a la paz mundial.


Es importante recordar estos episodios de la historia obrera mundial, porque como mencionaba al principio de este texto, actualmente la cultura física está permeada por la ideología individualista consecuencia del neoliberalismo, y donde cierto aire de superioridad rodean a quienes llevan a cabo actividad física constante, porque, dentro de su discurso, ellos si son disciplinados y sí se preocupan por su salud. No obstante, la revolución bolchevique, como un movimiento dialectico, logra entender que las condiciones materiales son las que construyen la estructura adecuada para posteriormente generar ideas, como, por ejemplo, el deporte como herramienta espiritual de esparcimiento, fortalecimiento del tejido social e impulsador de la labor intelectual. Esto lo pongo sobre la mesa para motivar a la reflexión de las políticas públicas y la manera en que llevamos a cabo la actividad física actualmente.


Decía Fito Páez, a través de Mercedes Sosa, que no todo está perdido, y con este ejemplo histórico nos podemos dar cuenta que otra cultura física es posible, una que apueste por el desarrollo humano y no sólo por la ganancia.

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