top of page

¿La gente no tiene dinero para pagar sus terapias?

Me he topado innumerables veces con casos de personas que honestamente deseaban iniciar un tratamiento y no les era posible hacerlo por la insuficiencia económica. Yo misma me he visto en esa situación más de lo que la dignidad soporta. Bueno, no tanto, porque justamente aquella dignidad me llevó a visualizar profundamente y a explorar ese problema. Mi dignidad soporta mucho más y siempre buscará respuestas, soluciones, diversiones, reivindicaciones y muchas canciones qué bailar.


Sabemos de las condiciones actuales que rigen a nuestro pueblo, condiciones de nuestro entorno e impuestas; sabemos la lógica con la que nos relacionamos, de nuestras historias en común, las más de las veces engañosas. Atendiendo a todo esto, se explica mucho del sufrir. Sin embargo, acusar eso nunca es suficiente, el sujeto deberá tomar la batuta, hacerse cargo de la responsabilidad de cambiar su vida; mutar lo suficiente para que el sufrimiento no le devore como inamovible verdad.


No, acá justamente, en el trabajo terapéutico ponemos a prueba esas verdades y nos damos cuenta de las implicaciones traumáticas, sí, pero también de las decisiones subjetivas, de los posicionamientos ante diversas situaciones y ante la vida misma. Si podemos observarnos de esta forma, podemos reescribir nuestros guiones e interpretar, actuar una verdad diferente.

Sin embargo, como impedimento altamente perjudicial, por economía mucha gente queda fuera de la posibilidad de trabajar su subjetividad de esta forma. Lo cual, para mí y para otros psicólogos con los que he podido dialogar, produce una dificultad doble: por un lado, promover nuestro trabajo y tener suficientes ingresos de ello; por otro, plantear un costo justo pero que, conforme a la demanda laboral y a las posibles verdaderas conversiones (es decir, que la persona agende su cita, acuda a ella y la pague), le baste para ejercer su profesión y cubrir los gastos de su vida cotidiana. Esto es utópico en la mayoría de los casos, es decir, un horizonte que se pretende alcanzar aunque muchos de nosotros, terapeutas, deciden abandonar ese camino en vista de la cuesta enorme que hay que subir para la autosuficiencia económica con base en el ejercicio profesional, solamente.


Bien sabemos que la diversificación laboral es una necesidad para la mayoría de los jóvenes que actualmente incursionamos en el ámbito laboral; sin embargo, como también sabemos, ciencias sociales y humanas, prácticas donde se obtiene un beneficio tangible solamente por el estado interno de bienestar, lo cual de por sí implica un trabajo y todo un proceso para lograrse; todas estas prácticas, servicios y profesiones sufren una crisis, ejemplo también es el de la literatura escrita (por suerte en materia de literatura oral el asunto es diferente)…


Pues justo, ante este panorama me ha costado hallar una posición, tuve que crearla. Decidí, por un lado, valorar mi trabajo conforme al costo que tiene para mí ejercerlo (a nivel anímico y material), después, sin abandonar las intenciones de mi corazón, establecí que seguiría atendiendo a bajo costo a las personas que realmente necesitaran la atención y que no pudieran pagar los costos elevados que la mayoría de los psicólogos nos hemos visto obligados a cambiar. Es una avalancha para todos, pero, si nos ponemos de acuerdo, si dejamos de tener miedo de crear y negociar en nuestros propios términos, podemos abrir nuevos horizontes al realizar juntos un trabajo muy valioso. Imagínate.




Un poema de cuando estaba dubitando


Cobrar por el servicio que hago

Cobrar lo que puedan pagar


¿Cuánto puedo pagar hoy?

Hoy día yo no puedo pagar


¿Cuánto puedo cobrar, entonces, a la gente? ¿Cuánto puedo cobrar a mi gente? ¿Cuánto, cuánto?


Cómo me cuesta ver mi propia imagen, despreocupada, sabiendo que otros sufren tanto... Mi culpa infantil subiendo a mis espaldas.


Posición de terapeuta, para escuchar el sufrir se tiene que cobrar. Eso o morir de hambre, o no ejercer jamás.




Posdata: escribir este texto me recordó lo que aprendí cuando tuve la oportunidad de trabajar en el IMSS un interinato de psicología como consulta externa. Ahí entendí gran parte de las cuestiones que puse en juego en este texto. Puf… el pueblo necesita ser escuchado, lo necesita urgentemente, y sin embargo, plazas como esa son descartadas como necesidad secundaria. Esa plaza sólo era por COVID pero la gente que acudía ahí tenía problemas mucho más graves que la pandemia. Y, desgraciadamente, también tenía problemas mucho más graves que aquellos de las personas que nosotros lo psicólogos podemos atender, por lo regular, en la consulta privada.





18 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page